Para René Girard, el origen de la violencia se da en el acto de la imitación (mimesis). El imitar gestos, conductas, palabras y deseos es característico de los seres humanos. Así aprendemos a hablar, imitando las palabras de nuestros padres; así aprendemos a caminar, imitando el andar de los más grandes; así aprendemos a leer, escribir, conducir, cocinar, tejer, etc. Pero también mediante la imitación nos damos cuenta que “el mejor jardín es el del vecino”, y que para un niño el mejor juguete es del otro niño. A este impulso de imitación de los bienes, habilidades o circunstancias del otro, Girard le llama deseo.

Según Génesis 6.2 eso fue lo que originó la decadencia de la civilización antediluviana: “viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí…” Es decir, los hijos de Dios imitaron las relaciones de parentesco de los hijos de los hombres y convirtieron, junto con ellos, a las mujeres en objetos de intercambio. 

Más aún, el deseo, entendido como imitación del otro, origina la violencia, y esto, antes que Girard ya se había registrado en la Carta de Santiago:

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. (Santiago 4.1-3)

De este modo las pasiones no se originan en los miembros del cuerpo. Es decir, el deseo, o las pasiones como les llama Santiago, no encuentran su origen en las hormonas o en los bajos instintos del ser humano, todo lo contrario, le vienen de fuera. De hecho, el texto dice que las pasiones que internaliza el hombre son ajenas a su cuerpo, por eso “combaten” en él. Estas pasiones se originan por la codicia, la envidia y por no tener lo que se desea, lo cual sólo se aplica a lo que no se tiene. Lejos de la ideología del cuerpo como origen del pecado, el texto neotestamentario deja ver claramente que el deseo o las pasiones, que sólo en un segundo momento son apropiadas por el ser humano, se originan fuera de la persona, precisamente en la imitación de lo que no se posee.

René Girard, afirma:

El hombre es una criatura que ha perdido parte de su instinto animal a cambio de obtener eso que se llama deseo. Saciadas sus necesidades naturales, los hombres desean intensamente, pero sin saber con certeza qué, pues carecen de un instinto que los guíe. No tienen deseo propio. Lo propio del deseo es que no es propio. Para desear verdaderamente, tenemos que recurrir a los hombres que nos rodean, tenemos que recibir prestados sus deseos. (Citado en Burbano, 2003: 25)

Una vez que el deseo se ha originado como imitación del otro, y ha pasado a replegar a los miembros del cuerpo humano hasta llegar a su voluntad, dan comienzo los actos que señala Santiago: guerras, pleitos, asesinatos, combates y luchas, lo cual el registro en Génesis lo resume como “la maldad de los hombres”, y que puede entenderse como violencia.

Imagen: «Judit y Holofernes» de Caravaggio

¿Qué es pues la violencia?, la violencia es el ejercicio del poder hacia otro con la finalidad de modificar o incluso anular su existencia para obtener lo que se desea. Cuando un niño quiere el juguete de otro niño y le pega a este en la cabeza para obtenerlo, lo que el niño hace simbólicamente es decir “¡quítate!, tu existencia me estorba para obtener lo que deseo”, o también, “sólo quitándote de en medio puedo obtener lo que deseo”.






Si la violencia es entonces generada por la imitación, la violencia misma también es imitadora, “si me la haces, la pagas”, es la enunciación popular que sintetiza esa violencia imitadora. De este modo se da inicio a una espiral de violencia que va creciendo, recordemos que la matanza de Leví y Simeón de los siquemitas (Gén. 34.1-31) se originó por que Siquem violentó a su hermana Dina (al menos eso es lo que refieren aquellos hermanos, aunque en realidad nunca se le pregunta a Dina si fue cierto). Y posterior a la matanza, Jacob imita la violencia en forma de maldición sobre sus hijos (Gén. 49.5-6). El pleito generacional entre semitas y caneos se originó porque Cam violentó el pudor de su padre (Gén. 9.22-27) Entonces cada uno imita la violencia del otro. Pero, ¿sino es con más violencia como combatir la violencia?

El chivo expiatorio

Culturalmente las sociedades humanas han utilizado dos estrategias para contener la violencia, ambas también aparecen en la Biblia: el tabú y el sacrificio. Mediante el tabú o prohibición se busca restringir la imitación de las personas para poseer, tocar o hacer algo que pueda desencadenar la violencia física o sexual (Freud, 1913).

La otra estrategia para restringir la imitación de la violencia es el sacrificio. Como he dicho, la violencia es eliminar la existencia de otro para obtener algo. Según Girard, el sacrificio, en las culturas no bíblicas, tiene la finalidad de obtener el bienestar, la protección o el favor de los dioses inmolando a un culpable de carácter sagrado.

Recordemos a Jonás en la barca hacia Társis (Jon. 2). Jonás había recibido la orden de Dios de predicar en Nínive, pero él se rehusó e intentó huir en una barca, entonces Dios levantó una tormenta y la tripulación de la barca de Jonás clamó a sus dioses para apaciguar la tormenta. Como no menguaba la tempestad, llamaron a Jonás, quien estaba dormido para que también él clamara a su Dios. No hubo necesidad. Jonás sabía que la tormenta venía por su culpa, y ante la inconformidad de la tripulación fue arrojado al mar. Sólo así amainó el temporal.

¿En qué se convirtió Jonás al ser presa de la violencia por sus resignados compañeros?, en un ser sagrado, Jonás dejó de ser hombre pues poseía un gran poder: el poder de que al dejar de existir en la barca el clima mejorara. De este modo Jonás se convirtió en un sacrificio. En efecto, para las culturas no-bíblicas, las víctimas del sacrificio dejaban de ser humanas, se convertían en personajes sagrados (claro en un sentido negativo), es decir en seres con un gran poder: el de restablecer con su muerte la injusticia. De este modo la violencia misma adquiere un carácter sagrado.

En este tipo de casos se da por cierta la culpabilidad de la víctima. En efecto los sacrificios no-bíblicos son una imitación de la violencia que desean extinguir, mediante la aniquilación de un ser sagrado. Es por esto por lo que Girard considera que la violencia y lo sagrado son dos caras de la misma moneda, y por eso no sólo en el deseo, sino en la misma creencia religiosa se encuentran las raíces de la violencia, y, por lo tanto, la violencia como acto de justicia se sacraliza: lo sagrado está en la violencia.

¿Quién puede dudar de ello y más en este violento 2016? Desde la violencia doméstica, solapada por el grito conservador cristiano “no te metas con mis hijos”, que es la declaración perturbadora de un padre de familia que piensa que tras la puerta de su casa puede hacer con esposa e hijos lo que le venga en gana; hasta el reciente asesinato del embajador ruso en Turquía, Andrei Karlov. Este año pasado fue particularmente virulento en cuanto a la violencia, y detrás de ella, ¡cómo negarlo!, un manejo ideológico del cristianismo, del islam y del judaísmo. Las religiones abrahámicas deben volver sobre sus pasos y re-examinarse.

En lo que nos compete como cristianos, debemos preguntar: ¿cómo encontrar una alternativa a esta violencia imitadora desde una lectura reflexiva del Nuevo Testamento?
Les invito a seguir la última parte de esta entrega que intentará ofrecer alternativas hermenéuticas y teológicas para avanzar hacia un cristianismo que no legitime la violencia.

BIBLIOGRAFÍA

BURBANO ALARCON, Mauricio, Religión y violencia. Introducción a la filosofía de René Girard. Pontificia Universidad Javeriana, Facultad de Filosofía, Bogotá, 2003. [Trabajo de grado para optar por el título de Licenciado en Filosofía].

http://www.universia.net.co/dmdocuments/FILOSOFIA_GIRARD_Burbano.pdf
FREUD, Sigmund, Tótem y tabú. Algunos aspectos comunes entre la vida mental de hombre primitivo y los neuróticos, 1913 http://www.librosgratisweb.com/pdf/freud-sigmund/totem-y-tabu.pdf

GIRARD, René, La violencia y lo sagrado, Anagrama, Barcelona, 2005.

raul-mendezPor: Raúl Méndez
Pastor, antropólogo, y teoficcionario
Blog / Mis Tiliches Teológicos

 

 

 

 

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